El ambiente en la Universidad Autónoma de México (UNAM) se tensó como no sucedía desde hace trece años después de la operación limpieza implementada por el gobierno federal para levantar el plantón de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y así celebrar las fiestas patrias. Los estudiantes dejaron las aulas y prendieron la radio buscando información. Quedó atrás la apatía o sus problemas personales. En la biblioteca central el nerviosismo era notorio, los fantasmas de la represión se hacían presentes.
La cara opuesta de la moneda era la sede del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Ahí estaban de fiesta: “la plaza se recuperó”. Volvieron a las viejas formas de ejercer el poder, sin tomar en cuenta que sus acciones se ejecutaron en un México que cambió generacionalmente y no se intimida, que tiene capacidad de reacción. No cabe duda: lo que sucedió en la plancha de Zócalo impactó a todos, porque el caos en esas dimensiones no había sucedido en años.
Como fueron transcurriendo las horas, el rostro de la UNAM se transformó del asombro a la acción, diferentes facultades tomaron la avenida Insurgentes (800 jóvenes fue la cifra oficial), hubo pequeños incidentes que no pasaron a mayores. Las personas afectadas ante el cierre la avenida caminaban sin querer comprender ni escuchar nada.
Paralelamente, jóvenes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) hacían lo mismo en Periférico, donde se tomó la decisión de declararse en paro indefinido de labores. En ambos casos fueron desalojados por la fuerza pública.
Más tarde en la UNAM determinaron estallar un paro en varias facultades: Filosofía y Letras, Economía y Ciencia, entre otras. Cada facultad determinara cómo participaran en el paro. La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) mostraron su disposición para unirse en la marcha del próximo 18 cuando los maestros intentarán retomar el Zócalo y un día después iniciar un paro que pretende ser nacional y de 48 horas.
El conflicto magisterial está trasladándose al ámbito universitario, lo cual sería un error estratégico porque lo encapsularía. La posible huelga podría durar hasta que se aprueben las reformas estructurales. Además dejaría la solución del conflicto en manos del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, que se encuentra en la encrucijada de defender los intereses de los ciudadanos del DF sin limitar el derecho a manifestarse.
No podemos pasar por alto que el sello de la administración federal es el de no dar soluciones de fondo a los problemas que van causando la aprobación de las reformas estructurales. El mensaje de Miguel Ángel Osorio Chong secretario de Gobernación de que se “respetaron los derechos humanos en el desalojo” refleja su incapacidad de alcanzar un arreglo político.
Lo sucedido es un retroceso, pues no es esa la vía para resolver los conflictos del país. Ambas partes llevaron las negociaciones de la Reforma Educativa a un callejón sin salida donde la política perdió. Vale la pena puntualizar que 23 de las 31 personas detenidas durante el desalojo obtuvieron derecho a libertad bajo fianza por decisión del Ministerio Público Federal.
Ahora bien, llama la atención el papel de los medios de comunicación masivos los cuales han calificado las acciones de exitosas y justas. Cubrieron los eventos de forma extensiva y al siguiente día desapareció su interés. Además, se han dedicado a calentar los ánimos criminalizando la protesta social, incluso dividiendo a la sociedad civil. Las redes sociales, con sus excesos, consiguieron por momentos equilibrar la información.
Por su parte la clase política ha sido rebasada para no perder la costumbre y en forma oportunista Andrés Manuel López Obrador ha ofrecido a los maestros su apoyo incondicional. ¿Por qué no se unió a su causa el pasado día 8 cuando realizó su manifestación si estaba a unos metros de ellos? Lo único que le interesa es su mitin del próximo 22.
La situación podría escalar y el desenlace final dependerá de los involucrados, hay muchos intereses en juego y lo que menos importa es el bienestar de la nación. Ya lo veremos.
*Vía: nuestraaparenterendicion