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La tragedia de Aquino Martínez, comenzó cuando asesinaron a su esposo Abel Zárate Rojas, de 36 años, quien se desempeñaba como agente ministerial.
“Él murió en cumplimiento de su deber, ya que tuvo un enfrentamiento en Ocotlán de Morelos, cuando junto con sus compañeros fue tras de una banda que se dedicaba al abigeato, al robo de escuelas en aquel tiempo”.
“Fue muy temprano, por lo que los elementos –en ese entonces- de la Policía Ministerial del Estado- fueron tras dichas personas y por desgracia ahí le tocó perder la vida.
Refirió: “Al fallecer él, me quedé de responsable al cuidado de mis 4 hijos, el mayor en ese entonces tenía 13 y la más pequeña 4 años, pero como mi vida siempre había sido el de convivir con un policía, ya que él fue soldado, después policía municipal de la ciudad de Oaxaca, después estatal y fue de la policía ministerial en aquel tiempo.
Tal vez era eso, y a tener una convivencia más que nada con todo esto, ya conocía de todo este trabajo sin estarlo, por lo que se me hizo más fácil, y esto es la consecuencia de estar ahora en este lugar”.
La motivación que ella tiene para seguir en este trabajo, que es su pasión, es la de sacar adelante a sus hijos.
Un día normalUn día normal para ella es desde el momento en que se levanta, “hay que fletarnos el uniforme y disponernos al pan de cada día que en este caso es el pase de lista; recibo mi equipo de trabajo y empezamos patrullar, porque soy 100 % operativa por eso siempre ando en la calle para atender a la ciudadanía, que es al final de cuentas a lo que nos debemos”.
Aclaró que no siempre llegan a detener a una persona sino que cuando no entra en razón, se pone violenta o insulta a los que están en su entorno, lo tienen que realizar.
“Tenemos que actuar con mesura, tenemos que llegar y dar recomendaciones, porque no siempre es cuestión de llegar y detener”.
Lo anterior depende de cada situación, “tenemos que evaluar y de acuerdo a lo que está sucediendo, evaluar, no es bajarme de la unidad y detener, no, primero tenemos que ver lo que está pasando, hay algunas que si requieren eso, y en las cuales desde antes de tiempo uno ya va preparado, no es siempre”.
Aseguró: “actuamos conforme a derecho, no violentamos las garantías de ninguna persona, no podemos entrar a un domicilio sin la autorización del propietario, sí tenemos restricciones en base a ello, las cuales son benéficas tanto para nosotros como para quienes piden el apoyo”.
La persona debe sentirse segura de que la van a apoyar y a la vez ellos también, en la cuestión de que legalmente están haciendo las cosas tal y como corresponden.
La adrenalina
Señaló que la adrenalina fluye al 1000 % cuando se enteran que es un asalto, porque al final de cuentas no valoran lo que dejan en su casa.
“En el momento de que un compañero está en riesgo y pidiendo apoyo, lo que hacemos es ir directamente, nunca llegamos y planeamos, no, es llegar de inmediato al lugar y hacer lo que corresponde”.
La situación a valoran después de que sucede: “ahí meditamos que pudimos haber muerto en el auxilio, todo pudo haber pasado, pero son cuestiones que no se miden, precisamente porque la adrenalina sube y no mide uno las consecuencias”.
No les dan paso
Al igual de lo que le sucede a los paramédicos de la benemérita Cruz Roja, cuando acuden a un auxilio, a pesar de llevar los códigos y la sirena abierta no les dan el paso, “muchos no, porque piensan no sé, a lo mejor no tienen una cultura vial, esa es una de las cuestiones en parte de la ciudadanía, porque parte de ella sí la tiene, hay personas muy educadas que abren paso”.
Difícil combinar papeles
Señaló que es difícil el papel de ser madre de familia y policía: “tenemos que dejar a la familia 24 horas, a veces más, dependiendo las urgencias de servicios, existen ocasiones en que es más tiempo, nos requieren para alguna otra situación y tenemos que estar, porque nos debemos a este trabajo, entonces, se abandona un poco a la familia”.
Lo anterior, sobre todo cuando una mujer sola tiene que llevar a cuestas el peso que representa mantener a una familia, “quizá cuando es una familia funcional donde estén ambos, pues no es tanto, porque se coordinan las responsabilidades, pero cuando es uno mamá soltera, pues sí es difícil, porque hay que tener el tiempo para descansar”.
Sin embargo, el mismo no se utiliza ya que se emplea en los hijos, en la casa, en la comida, en fin, en los quehaceres del hogar, por lo que es complicado.
Indicó que una de las satisfacciones de ser Policía Municipal es haber logrado que sus hijos salgan adelante. “En la actualidad tres son mayores de edad, tienen su trabajo, su oficio, por eso es que a la Policía Municipal le agradezco muchas cosas”.
Y es que, ella en dicha corporación estudio el bachillerato: “me dieron una casa, sí la estamos pagando pero de alguna manera es parte de los beneficios que al final de cuentas he tenido por parte de la policía y he aprendido mucho, demasiado, porque aquí me hice policía, yo no venía de ningún lugar, por eso es un agradecimiento amplio que le tengo a este lugar”.
“El informarme es decir, vamos a trabajar con todo, porque hay que sacar en alto el nombre de la policía”, concluyó.
Ella es la encargada de la vigilancia del sector 5 la cual pertenece a la agencia de Santa Rosa Panzacola, desde Brenamiel hacia lo que es el Monumento a La Madre, lugar que se ha violentado últimamente por los problemas de los mototaxistas de Pueblo Nuevo y de la agencia de Trinidad de Viguera.