Jose Carbonell
La semana pasada el Presidente Calderón anunció que durante el mes de julio se crearon cincuenta mil empleos formales –y 550 mil en los primeros siete meses del año— en todo el país. No es la primera vez que hace declaraciones de este tipo. De hecho, al arrancar 2012 señaló en su cuenta de Twitter: “En 2011 se generaron 590 mil 797 empleos formales netos, ya restadas las bajas y liquidaciones.
La quinta cifra más alta que se tenga registro”. Al oír al Presidente es inevitable recordar sus promesas electorales. El candidato Felipe Calderón se autoproclamó como el “Presidente del empleo”. En realidad fue uno de los temas en los que más insistió, hasta llegar a convertirse en el estandarte de su candidatura.
El seis de marzo de 2006, por ejemplo, afirmó: “Seré el Presidente de la propuesta, el Presidente del empleo y de la inversión”. Tres días después reiteró que iba a ser el “Presidente de la inversión y el empleo”. A principios de mayo sostuvo que su “gobierno buscará por todos los medios generar los empleos que van a demandar un millón de jóvenes cada año al ingresar al mercado laboral”. Concretamente prometió que su administración crearía un millón de empleos anuales.
De regreso al presente –y más allá de las declaraciones del Presidente—, veamos qué es lo que nos dicen los números. Según los registros del IMSS, en diciembre de 2006 había 13 millones 574,701 trabajadores inscritos en dicha institución. Es decir, empleados en el sector formal.
A finales del mes pasado, la cifra alcanzaba los 15 millones 756,201. Durante los cinco años y ocho meses de la presente administración, se han creado –dentro del sector formal— dos millones 181,500 empleos. Alrededor de 390 mil empleos anuales.
Si bien se ha rebasado el millón seiscientos mil del sexenio de Vicente Fox, no es un dato para presumir. Según datos del Inegi, durante este periodo la Población Económicamente Activa (PEA) aumentó en 5.2 millones de personas.
Así, a más de tres millones de mexicanos no les ha quedado de otra más que ganarse la vida en la informalidad: prácticamente seis de cada diez personas que ingresaron al mercado laboral durante este sexenio. Además, el número de trabajadores que gana más de cinco salarios mínimos (alrededor de nueve mil 75 pesos) mensuales, se redujo del doce al 8.9 por ciento de la fuerza laboral. Los datos duros parecen desmentir las declaraciones triunfales del Presidente y más aún las promesas del candidato Calderón, y no hacen más que reflejar seis años de crecimiento mediocre.
Si bien hemos sorteado la profunda crisis que vive la mayoría de países desarrollados, llevamos muchos años –demasiados— sin destacar; simplemente nadando de muertito. Lo cierto es que la economía, y sobre todo el mercado de trabajo de este país, necesita una profunda reforma, que permita una mayor inversión productiva y la consiguiente creación de empleos. ¿Y si despertamos a nuestra clase política?