Glob@l-México.- Ahora que la tauromaquia ha sido prohibida en algunas zonas en diferentes países inclusive en España, es de llamar la atención la manera arrogante e hipócrita de quienes se definen a sí mismos como defensores o protectores de los animales.
Lo que argumentan lo soportan de tal manera que parece indestructible, dicen que la crueldad hacia los animales no se debe de permitir, en relación a quienes actúan dentro de la fiesta, dicen que porque en vez de lesionar al toro no se lesionan ellos, inclusive de manera general a quien no estén de acuerdo con su criterio.
En este tenor, hay varios criterios. Es decir, afirmaciones que de alguna manera suenan lógicas y ciertas, pero en la realidad no lo son.
Argumentar que solo su criterio es válido en relación a la no crueldad a los animales, es como decir no a la prostitución, quien va a estar en contra? Casi nadie! Pero si propongo que para acabar con la prostitución hay que encarcelar a los homosexuales, mujeres y hombres que la ejercen, inclusive matarlos, entonces abra muchos que estarían en contra.
Para mejor entender del tema debemos de definir el significado de la palabra “crueldad”.
Definición: se es cruel “por indiferencia hacia el dolor ajeno”, y también “por la obtención de placer causando el sufrimiento de otros”. En este sentido lidiar un toro ante el público, indiscutiblemente es un acto de crueldad.
Ahora bien, en este mismo sentido debemos de comparar que al comernos un bistec de res, un trozo de pollo, o un lomo de cerdo, también es crueldad hacia los animales. A los cerdos, reses, peces y mariscos que comemos también los mataron sufrieron y les dolió. Al respecto y de manera general, somos indiferentes a ese dolor que se infringe a estas especies y existe un gozo de parte de quienes los comemos.
Queda claro que todos los que comemos carne animal somos crueles, ¿o será que no tan crueles como los taurinos? En esta etapa queda claro que ya hablamos de grados de crueldad, es decir; ¿quién es más cruel, alguien que se come un trozo de carne pensando estúpidamente que no está comiendo un trozo de un animal sacrificado con crueldad extrema en un rastro, o un aficionado a la fiesta brava que disfruta la faena que culmina con la muerte del toro a manos del torero y no espera comérselo?
Considero que el grado de crueldad es muy similar, pero los adeptos a comer carne, son además de crueles, hipócritas. Analizando este fenómeno natural e histórico, llego a la conclusión, que este tipo de personas no están en contra de que se maten a los animales, creo que al final lo único que quieren es que no lo hagan de forma pública o enfrente de ellos.
Existen personas que están seguros que un animal vale más que algunos seres humanos. Un caso extremo, es el de Fernando Vallejo, autor de La virgen de los sicarios, La puta de Babilonia, quien dice “el amor de mi vida son los animales”. Donó los 100 mil dólares del premio Rómulo Gallegos a una italiana que cuida perros abandonados y desnutridos. Hasta aquí, Vallejo sólo parece un loquito, pero lean esta perla que escribió en Milenio:
Al desaparecer la fiesta en ciertas ciudades, estados o países, los toros que no participen indudablemente morirían en el rastro, o serian lidiados en otras regiones donde si se permite. Y si no hubiera tauromaquia en ningún lado, esos toros que por su raza e instinto están hechos para la lidia, finalmente acabarían por extinguirse.
No es coherente ni razonable provocar que se extinga el animal que se quiere defender. Y no es compasivo mandarlos a morir a un rastro clandestino o con certificación tif. Lo que al respecto impera como criterio, es el emanado de la ignorancia y el populismo de personas que son fans de toros que han matado toreros, y que claman en las redes sociales, que los toreros son “asesinos”.
Quien enfrenta en el ruedo a un toro de lidia, además del valor que denota, tiene mucho que perder, inclusive y como muchos la vida. Los llamados defensores de los animales lo saben, se regocijan viendo imágenes de toreros lesionados por las embestidas de los animales. Los toreros se arriesgan voluntariamente a ser heridos y a morir. Cierto. Quienes obtienen placer a través de su sufrimiento son crueles.
Si los toreros son parte de acciones de crueldad, ¿qué merecerán los señores de los rastros, quienes matan a los animales sin que estos puedan defenderse? ¿Son asesinos seriales? ¿Hay que lincharlos? ¿Y qué tal a los pescadores? ¿Acaso son menos crueles porque los peces no gritan?
Si usted considera criminal matar animales de la manera que sea, vuélvase vegetariano. Aun así, habría que preguntarse si no es también un acto de crueldad comerse los vegetales. ¿O que, la vida animal es superior a la vegetal? ¿Vida es vida, no?
Hacer que se prohíba algo solo porque no nos gusta es delicado para cualquier sociedad. Argumentando razón, compasión y derecho a la vida también se puede prohibir, por ejemplo, el aborto. Estar en contra de la tauromaquia debiera ser una decisión personal. A quien no le guste, que no acuda, que no lo vea! Y respete los gustos por quienes seguimos esta milenaria tradición.