Almazán.-  MÉXICO - El fugitivo más buscado del mundo, Joaquin "el Chapo" Guzman Loera, no está entre rejas porque el grupo de poder que decide sobre su destino todavía no quiere que lo esté, aseguró el periodista mexicano Alejandro Almazán.

"Creo que 'El Chapo' finalmente obedece a un cierto grupo de poder y cuando éste decida que llegó su fin, llegará", dijo a Efe en una entrevista el autor del libro "El más buscado", publicado recientemente y editado por Grijalbo.

Un grupo de poder que, según Almazán, está formado por políticos, estadounidenses y mexicanos, que son "quienes manejan el narco", así como por empresarios de ambas naciones y por el Ejército y la DEA, que, aseguró, "ha  facilitado el trabajo al cartel de Sinaloa" dirigido por Guzmán.

"Yo no digo que haya habido un pacto entre (el presidente mexicano, Felipe) Calderón y 'El Chapo', pero sí que el cartel de Sinaloa fue el menos golpeado durante el sexenio", dijo Almazán, quien aseguró que los estadounidenses influyen mucho en las decisiones gubernamentales de México, sobre todo en temas de narcotráfico.

En su última novela, "El más buscado", Almazán cuenta la historia de "El Chalo" Gaitán, un narcotraficante cuya vida se asemeja bastante a la de "El Chapo" pero que imaginó para no tener que hacer una biografía de un personaje cuya vida está llena de mitos.

"Quería ser honesto y no mentir al lector. 'El Chapo' ha vivido en la clandestinidad y todas las historias que circulen a su alrededor no va a haber un teléfono para corroborarlas", explicó el autor, tres veces ganador del Premio Nacional de Periodismo.

Mitad real, mitad ficción

Agarró la línea de vida conocida de "El Chapo" y el resto lo llenó a base de charlas con gente que lo conoce en persona, con el objetivo de meterse en las entrañas del personaje. El resultado, mitad real, mitad ficción.

A diferencia de "El Chapo", quien se encuentra fugitivo desde que se escapó de un penal el año 2001, "El Chalo" es atrapado y presentado a las autoridades unas semanas antes de las elecciones mexicanas y unos meses antes de las estadounidenses, todo un golpe de popularidad para Calderón y Barack Obama.

Almazán agarró esa idea de un artículo del New York Times que aseguraba que antes de estas elecciones Calderón iba a arrestar al capo para ganar popularidad, cosa que finalmente no sucedió y que, de haber sucedido, tampoco habría cambiado mucho el resultado, según el periodista.

"Calderón tuvo una presidencia tan cuestionada y desgastada que si hoy nos trajera a un extraterrestre nos daría igual, ya no levanta su popularidad por nada, dejó demasiados muertos atrás", dijo.

Almazán recordó que el Gobierno mexicano no presentó a "El Chapo", pero sí a su presunto hijo, que finalmente resultó no serlo, por esa costumbre de policía y Ejército de presentar a los delincuentes nada más detenerlos, cosa que para Almazán es hacer "apología del narco".

"Cuando tu presentas a un tipo como 'La Barbie' y en lugar de ponerle un uniforme de reo lo sacas con una playera que se pone de moda en todo el país...", dijo el periodista en referencia a la detención de Edgar Valdés Villarreal "La Barbie", cuyo "look" se puso de moda entre los jóvenes que ven en los narcotraficantes el modelo a seguir.

"Existe entre los chicos esta necesidad de imitar a los capos aún cuando saben que van a morir pronto. Veo a mi alrededor cómo esta cultura del narco se ha ido comiendo a nuestros chicos", comentó.

Según el autor, de 41 años, el tema del narcotráfico interesa a la sociedad mexicana y por eso el libro ha funcionando bien, por el "morbo" de entrar a la vida de esos personajes que, "como si fueran cantantes o actores", se convierten en inalcanzables y en mitos para mucha gente.

Tras la victoria en las elecciones presidenciales del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, Almazán está convencido de que aunque al principio se vaya a seguir la batalla, finalmente se va a volver a pactar.

"Los narcos nacieron en el régimen priísta, de allí vienen, y ahora que vuelve este régimen podrían hacerse pactos para empezar a coexistir entre los que no nos dedicamos a eso y los que se dedican a ello", dijo el escritor, convencido de que con esto bajaría la violencia, al tener cada traficante "su zona de confort".