Narcoviolencia- Fue una reunión que duró tres horas en una de las salas de junta del edificio de la secretaría de la Defensa Nacional. El pasado jueves 13 de noviembre alrededor de las 08.40 de la mañana, los siete diputados de la comisión especial que da seguimiento a las investigaciones de la desaparición de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, tomaron asiento después que entró al lugar el secretario de la Defensa Nacional quien venía acompañado de dos oficiales de su estado mayor.

Frente a los diputados Lilia Aguilar (PT), Lizbeth Rosas (PRD), Guillermo Anaya (PAN), Manuel Añorve (PRI), Sonia Rincón Chanona (Panal), Ruth Zavaleta (PVEM) y Ricardo Mejía Berdeja (MC), el general Cienfuegos les dio la bienvenida y en ese momento cedió la palabra uno de los oficiales que lo acompañaba. Comenzó una presentación en power point que duró alrededor de 30 minutos. El oficial mostró en una pantalla un mapa y explicó de forma cronológica los hechos de aquella noche y madrugada del pasado 26 y el 27 de septiembre, cuando el ataque del grupo armado dejó seis muertos y la desaparición de los 43 jóvenes. Para ilustrar fue marcando las distancias entre el lugar de los hechos, donde atacaron a tiros los autobuses donde viajaban los estudiantes, y explicó cómo los soldados llegaron tiempo después al hospital tras una llamada anónima.


Al concluir la presentación los diputados recordaron los testimonios de los estudiantes quienes señalaron a los soldados de amedrentarlos, de golpearlos, y parafrasearon aquel dicho de uno de los militares cuando les dijo a los jóvenes que ellos ‘se lo habían buscado’. El general Salvador Cienfuegos escuchó atento y tras concluir el uso de la palabra de los legisladores negó todo. Aseguró que los reportes que le hicieron llegar de los efectivos que estuvieron en el hospital Cristina, en el municipio de Iguala, donde los normalistas llevaron a uno de los heridos, eran diferentes y en última instancia era la palabra de Omar García, uno de los estudiantes que denunció los hechos en entrevista a una cadena norteamericana de noticias y su testimonio que circula en la red You Tube, contra la de sus soldados.

El secretario de la Defensa aseguró a los diputados que desconocía otras versiones, como las que se difundieron en el noticiero matutino de radio de Carmen Aristegui hace unos días, por lo que no sabía si hubo violencia o se amedrentó a los estudiantes.

Sobre el papel del 27 batallón de infantería con sede en Iguala, al mando del coronel José Rodríguez Pérez, el general Cienfuegos les confió que si bien esa unidad cuenta con 564 efectivos, cinco jefes y 43 oficiales, para cubrir los municipios del norte del estado de Guerrero que le corresponden, ese día solo contaba con menos de una cuarta parte del personal pues la gran mayoría había salido franco al ser fin de semana.

Para ese momento de manera operativa solo tenían una fuerza de reacción integrada por 21 elementos. Esa fuerza de reacción había salido a atender una emergencia “por una volcadura” en una comunidad fuera de Iguala. Fueron a prestar auxilio y estuvieron prácticamente todo el día en esa tarea y luego regresaron en la noche, después de que se recibió una llamada anónima salieron del cuartel del batallón rumbo al hospital Cristina. En todo ese trayecto, Cienfuegos aseguró que ninguno de los militares declaró haber visto o escuchado detonaciones o persecuciones en su trayecto a atender el llamado.

“Ellos habían estado recibiendo reportes del C-4 y que todo estaba relativamente bien. El general fue insistente que ellos no pueden actuar si no es a petición de autoridad o en flagrancia, y que ninguno de los dos supuestos se dio. Porque no requirieron el auxilio, y que incluso hablaron con Felipe Flores (director de la policía municipal prófugo) y les había dicho que todo estaba bien”, cuenta en entrevista Ricardo Mejía Berdeja, diputado federal por Movimiento Ciudadano. “Le preguntamos si había elementos de inteligencia militar y él comenta que si, si hay elementos de inteligencia militar, incluso nos comentó que están planteando hacer un centro de fusión de inteligencia en Iguala, pero que está en construcción”.

En el caso del ex alcalde José Luis Abarca y su esposa, el general aseguró que ellos tenían la misma información que era vox populi. “Lo que todo mundo decía era lo que ellos sabían en relación a José Luis Abarca y la señora Pineda. Que no tienen más elementos”. Sabían y escuchaban sobre la vinculación del ex perredista, los jefes y la policía municipal, pero el ejército “no tenía más elementos, además a ellos no les correspondía actuar en eso”.

El general Cienfuegos mostró disposición, dice Mejía Berdeja. “Nosotros vamos a instar insistiendo. En mi perspectiva hay muchos cabos sueltos. El manifestó que ha habido 15 ataques al ejército en Iguala y 81 en todo el estado de Guerrero. Se me hace muy raro que no hayan podido percatarse. También le preguntamos sobre el hecho de que… si se percataron ya de la desaparición forzada de los policías municipales de Iguala y Cocula, que se estaban trasladando a Cocula, según la versión de la PGR para victimarlos y quemarlos. Entonces que si ellos se percataron en los caminos de algún movimiento extraño, dijo que no”.

El ejército no se dedica a investigar fosas, “no son ministerio público”, les dijo el general Cienfuegos a los diputados, después aceptó que ellos cuidan los caminos pero “no andan investigando cosas”.
Aquel jueves al salir de la reunión los legisladores se mostraron escépticos con la versión que les proporcionó el secretario. Mejía Berdeja consideró que después de que Cienfuegos reconociera que el coronel Rodríguez Pérez, comandante del batallón, estaba esa noche en la fiesta del ex alcalde y su esposa, al menos por omisión podría enfrentar la justicia. Además debería aclarar cuáles fueron las órdenes para que un grupo de soldados, como señalan los estudiantes, no intervinieran en las llamadas de auxilio ni se percataran de lo que ocurría a unos metros de la sede del batallón.

La legisladora del Partido Verde, Ruth Zavaleta calificó de increíble que los militares digan que no se percataron de nada cuando recibieron llamadas telefónicas en el batallón en las que alertaban de gente armada en la calle y del sonido de disparos. “Los militares tienen protocolos de actuación y no podían quedarse tranquilos tan solo porque la policía municipal les dijo que todo estaba en orden”, indicó.

Mensaje en la capital de la empresa
El general Cienfuegos marcó lo que sería una de las semanas más agitadas para el ejército en lo que va de la presente administración. El lunes 10 de noviembre el secretario de la Defensa Nacional aprovechó el evento de la puesta de la primera piedra de lo que será la base de una nueva brigada de Policía Militar, en las instalaciones castrenses de Monterrey, frente a los gobernadores de Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí y el secretario de gobierno de Coahuila, para señalar que el ejército aportará sus “mejores esfuerzos al servicio de los ciudadanos”, sin que se amedrenten “por juicios injustos, algunos sin duda erróneos, carentes de fundamento, malintencionados y que la institución armada nacional no merece”.

El secretario dejaba entre ver entrelíneas, según varios analistas, que no estaba de acuerdo con las descalificaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que el hoy ex ombudsman Raúl Plascencia, realizó cuando hace un par de semanas dio a conocer la recomendación por la muerte de 22 personas en la comunidad de Tlatlaya en el Estado de México. En su informe la CNDH aseguró que los soldados habían asesinado a mansalva a 15 de los muertos sin importar que ya se habían rendido.

Para otros analistas el general salió al paso de las versiones sobre la posible participación “indirecta” del ejército en los hechos de Iguala, en la noche en que seis personas fueron asesinadas y 43 jóvenes fueron desaparecidos. “La diferencia del criminal o del delincuente que se esconde y comete sus acciones ilícitas, para arrebatarle la tranquilidad o el patrimonio a los mexicanos, las mujeres y hombres que portamos con orgullo el uniforme de la República, hemos cumplido, cumplimos y cumpliremos nuestras tareas de manera abierta, sin ocultarnos, con plena identidad de nuestras acciones”.

Cienfuegos no pudo escoger mejor lugar para leer su mensaje como Monterrey, sede de las empresas más importantes del país y la ciudad donde viven los hombres de negocios con influencia más allá de las fronteras. El general, en una alocución que se consideró iba dirigida a las élites políticas y financieras del país, solicitó tomar “decisiones acertadas para ponderar desafíos y para consolidar el rumbo”. Más adelante dijo que “la indolencia, la insensibilidad, el silencio, la violencia desmedida y la complicidad, obstruyen y limitan la verdadera esencia de la justicia. (…) El rumor, la intriga y la deslealtad corroen cimientos, mancillas convicciones, frenan el potencial que tiene el país y debilitan las instituciones”.

Para varios columnistas estos párrafos del mensaje sonaron a advertencia del riesgo de que la descomposición social se acelere y la desestabilización crezca, de manera que las instituciones responsables de hacer frente a ello resulten rebasadas por la realidad.

El fantasma de la guerrilla, los criterios uniformados tanto de ONG´s nacionales e internaciones sobre que México vive un periodo de crisis humanitaria, a raíz de la violencia y las desapariciones forzadas, pintan un panorama oscuro para los días por venir. Quizá por ello el mensaje del general Cienfuegos no pasó desapercibido en sus entrelíneas ante la gravedad de la crisis social que se vive en Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Chiapas y que amenaza con extenderse a otros lugares como Morelos y la ciudad de México.

Juan Veledíaz

@velediaz424

*Vía: Estado Mayor