Por Manuel López Michelone

Quienes no tienen mucho contacto con el ajedrez, muchas veces no entienden las dificultades que el juego tiene. Creen que si tuvieran un poco de tiempo podrían jugar un buen ajedrez y por qué no, competir en eventos internacionales.

Desafortunadamente cuando se embarcan en el estudio del juego ciencia se dan cuenta que su percepción era simplista y al final de cuentas, totalmente absurda. El ajedrez es tan, pero tan difícil, que se necesitan muchos años, una vida quizás, para llegar más o menos a dominarlo. Por ello estos jugadores novatos muchas veces se decepcionan.

Y la razón es que –por una parte– no tienen idea de qué o cómo estudiar. El ajedrez es tan vasto que a veces es difícil saber por donde comenzar. No obstante esto, con trabajo metódico se puede llegar a jugar bien. No será campeón mundial en un par de años, sin duda, pero es evidente que si se estudia el amplísimo y rico legado de la historia ajedrecística universal, podremos entender el juego ciencia y fascinarnos por su complejidad inimaginable.

Una primera manera de empezar es por los libros de táctica, aquellos que contienen cientos, a veces miles, de diagramas con posiciones al mejor estilo: “juegan las blancas y ganan”, “juegan las negras y empatan”, etcétera.

En esas posiciones, casi siempre sacadas de partidas de torneo, el lector debe hallar la manera en como uno u otro bando resolvió la posición a su favor. Quizás el ejercicio a veces trate de encontrar un angustioso empate a través de un recurso muy escondido.

La idea es pues, que el estudiante de ajedrez vaya haciendo un acervo mental de las posiciones donde se encuentran los elementos que dan vida a las jugadas brillantes, a las combinaciones que terminan en un resultado victorioso. Cabe decir que el cerebro es un ente por demás particular: si se le entrena, éste responde. Aunque el juego ciencia es muy complejo, las combinaciones, los motivos tácticos pueden hallarse en muchísimas posiciones.

Estos motivos incluso ya se han clasificado y muchos libros de ajedrez tiene posiciones de táctica categorizadas por temas, para así hacer incluso más fácil el aprendizaje. Por ello mismo, es importante que los ajedrecistas bisoños hagan muchos ejercicios tácticos, para alimentar con patrones de táctica determinados, una y otra vez, al cerebro. A la larga, cuando uno encuentre en las partidas propias una combinación, la verá como producto de haber ejercitado su cerebro con miles de posiciones y esto redituará en que hallará cómo ganar y hacerse de una victoria en el torneo que esté jugando.

Desde luego que esto no es lo único que debe hacerse. Hay que trabajar muy seriamente en finales, aperturas, análisis de las posiciones, los nervios, el ejercicio, etcétera. Todo ello más una actitud motivante para jugar al ajedrez lo pueden hacer de usted un buen jugador. Es importante aclarar que esto no es una labor de una tarde, o de una semana, o de un año. Puede llevarle muchos años llegar a jugar “decentemente”.

Como ejemplo, a mí me llevó unos 25 años convertirme en Maestro de la Federación Internacional de Ajedrez. Éste es el primer peldaño en el arduo camino a la gran maestría y por qué no, al campeonato mundial. A este último escalón llegan muy pocos, pero eso no significa que haya que decepcionarse. El ajedrez puede disfrutarse y mucho, sobre todo cuando se entiende, cuando se sabe qué está pasando en el tablero. Mientras más estudie, créame, mayor será el gozo.